julio 05, 2007

El pedregoso camino al desarrollo

En la primera mitad del siglo pasado Chile optó por un modelo proteccionista de desarrollo industrial y de fomento a la producción nacional dado por fuertes barreras arancelarias. En los años 70, dicho modelo es alterado sustantivamente eliminándose todo vestigio de protección a la producción nacional por la vía de las rebajas arancelarias, modelo que se mantiene inalterado hasta la fecha ya por más de 30 años.
Si bien no nos ha permitido cruzar el umbral del desarrollo, algunos indicadores –incremento del PIB per cápita, disminución de los niveles de pobreza, consumo energético, etc.- señalarían que vamos camino hacia allá. Estaríamos a medio camino.
Todo ello sin un desarrollo tecnológico propio, con una inversión en investigación y desarrollo por debajo del 1% del PIB, con un importante volumen de exportaciones aunque basado en la extracción de recursos naturales sin mayor valor agregado, y con el apoyo de la adquisición o arriendo de tecnología importada. Será posible alcanzar un desarrollo sin algún grado de desarrollo tecnológico propio? Y que este desarrollo sea sustentable?
Se ha asentado toda una cultura, tanto en el mundo empresarial, financiero y político, así como en la población, que más temprano que tarde alcanzaremos el tan ansiado desarrollo sin algún grado de desarrollo tecnológico propio y un cambio en nuestro patrón de comportamiento. Mi hipótesis es que el camino por el cual transitamos es insostenible.
Si bien el desarrollo tecnológico suele medirse vía indicadores tales como la relación entre el gasto en investigación más desarrollo y el PIB, el total de patentes de residentes nacionales, o la tasa de ingenieros e investigadores por la población total económicamente activa, lo que de verdad debiera importar es la balanza comercial y la cantidad y calidad del empleo que se tiene.
Sí, porque en los momentos de verdad, aquellos momentos críticos, cuando no se dispone de las tecnologías apropiadas –concebidas como paquetes de conocimientos o conocimientos encapsulados- con capacidad y autonomía no solo para aplicarlas, sino para gestionarlas y modificarlas, se nos paraliza o disminuye nuestra capacidad de reacción y adaptación, reduciendo las opciones a seguir. Esta incapacidad es la que de alguna manera parece estar tras las dificultades del Transantiago y del manejo de residuos por parte de CELCO entre otras experiencias.
En este contexto nuestro país depende fuertemente de grandes empresas nacionales y transnacionales con gran capacidad para desplazar sus plantas y capitales de un lugar a otro según las condiciones imperantes en cada lugar. Esta realidad, junto con la ausencia de un desarrollo tecnológico propio de cierta envergadura, que atienda a nuestras necesidades y características, nos hace perder autonomía en la toma de decisiones y nos restringe el espacio de soluciones a nuestros problemas de mayor complejidad.

1 comentario:

  1. Anónimo7:08 p.m.

    Don Rodolfo,

    Lo que usted dice tiene sentido. No vamos a madurar si siempre hay que llamar al papá o a la mamá para que nos solucione los problemas, sean tecnológicos o no. Obvio. Si me permite decírselo, lo que necesitamos es más creatividad, innovación y emprendimiento. Y esto hay que fomentarlo a nivel nacional y personal.
    jm

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