enero 26, 2007

La verdad tiene su hora

Tengo en mis manos el libro que Eduardo Frei Montalva escribiera hace ya poco más de 50 años cuyo título me he tomado la libertad de recoger para encabezar esta columna. A 25 años de su muerte se empiezan a desentrañar los misterios que la acompañaron.

Con tan solo 16 años mi primer encuentro con él fue en el 64, cuando mi tío, un redomado derechista aterrorizado ante la eventualidad de un triunfo de Allende, me llevó al parque Cousiño –hoy llamado parque O´Higgins- para sumarnos a la marcha de la Patria Joven que venía desde Arica y Punta Arenas. Eran tiempos de guerra fría. Posteriormente me reencontré con él en febrero del 67, en la ciudad de Castro donde un grupo de estudiantes universitarios estábamos construyendo viviendas en el marco de los trabajos voluntarios. Allá fue a vernos, en su calidad de Presidente de Chile, a la escuela pública en que alojamos. Su imponente figura junto con sus palabras llenas de sabiduría me marcaron profundamente, y conforman el origen de mi interés por la política hasta el día de hoy.

Los tiempos han cambiado, las alianzas son otras, pero la validez de su pensamiento sigue vigente, quizá más que nunca, particularmente en los tiempos actuales en los que la política pareciera estar perdiendo valor y los jóvenes no se sienten atraídos por ella. Nos haría bien releer un libro escrito a mediados del siglo pasado, pero que tiene plena vigencia. Su lectura invita a tener confianza, a creer en nosotros, a construir un país que está a nuestro alcance.

Su preocupación e interés por Chile y su futuro lo mueven a continuar en escena. Al encabezar su gobierno es atacado a diestra y siniestra. En tiempos de Allende la derecha lo caricaturiza como el Kerensky chileno; la izquierda, por hacerle el juego a la derecha y al imperialismo yanqui. Fue oponente de Allende y de Pinochet. En 1980, con motivo del plebiscito asume el liderazgo opositor a la dictadura con un histórico discurso en el teatro Caupolicán que –en silencio y con temor- se escuchó de norte a sur a través de la única radio que se atrevió a transmitirlo. Nos dio nuevos bríos y esperanzas. La dictadura tomó nota de ello.

En 1982, entra a una clínica para una operación menor, y sale de ella fallecido en extrañas circunstancias –por decir lo menos-. Aunque la versión oficial dijera otra cosa, ya en ese entonces, un solo pensamiento nos cruzó: fue asesinado. Hoy, a 25 años de su fallecimiento, un preinforme señala la presencia de gas mostaza en su cuerpo. Hasta el 90 no se pudo investigar porque la dictadura se encargó de taponear todo; luego porque para eso Pinochet continuaba en escena ya sea como comandante en jefe del Ejército primero, y luego como senador vitalicio. Recién ahora, sin su presencia, tímidamente, se pueden ir abriendo todas las cajas de Pandora.

Hoy como ayer, la verdad tiene su hora.

enero 19, 2007

La transparencia

Durante las últimas décadas el tema de la transparencia ha estado en el tapete noticioso. Generalmente se le relaciona con la corrupción dado que ésta tiende a darse allí donde no hay transparencia. Se trata de una expresión ligada a ámbitos no políticos, pero que en la actualidad se asocia íntimamente a lo político, a lo democrático.

En un intento por definir la transparencia, lo primero que se me viene a la cabeza es un vidrio o un papel que nos permita ver lo que hay al otro lado. Que lo que vemos al otro lado es lo que efectivamente hay, que no sea vea borroso o algo distinto. De allí que cuando hablamos de una persona transparente, lo que queremos afirmar es que no tiene dobleces, que se muestra tal cual es, que dice lo que piensa, que no intenta representar lo que no es. Lo mismo vale a todo nivel, por ejemplo, institucional. Por ejemplo, una empresa puede decir que el cliente está primero, pero a la hora nona no está ni ahí. O a nivel de los procesos. Por ejemplo, del reclutamiento de personal en las empresas o de las postulaciones a las universidades. Un proceso será transparente en la medida que los procedimientos, rutinas, reglas y decisiones sean conocidas por los involucrados y sean consistentes. En el ejemplo, que no existan quienes entren por la ventana, esto es, apitutados.

La falta de transparencia es un problema serio porque posibilita la injusticia, que pecadores pasen por santos. Es un problema porque siembra la desconfianza, y ésta tiene un costo que es alto. La desconfianza genera controles que serían innecesarios si la sociedad en que vivimos fuera mas transparente. La transparen-cia tiene el mérito de inhibir conductas, decisiones y acciones indebidas.

De allí el interés por la transparencia. En política y en democracia es esencial, porque de otro modo la ciudadanía no estaría en posesión de información completa y confiable cada vez que se requiere su opinión. Lo mismo vale a nivel económico. ¿Cómo se encuentra nuestro país en este tema?

Creo que vamos por buen camino. De partida no vivimos bajo el oscurantismo de los tiempos del innombrable en el que las decisiones se tomaban entre 4 paredes y la arbitrariedad se enseñoreaba a vista y paciencia de todos. Tiempos donde los recursos destinados a gastos reservados eran de una cuantía impensable para los tiempos actuales y con los cuales se cometían delitos de marca mayor.

Como botón de muestra, hoy tenemos mayor transparencia en todo el proceso de adquisiciones que efectúan los organismos de Estado a través del portal Internet de Chilecompras. Hay mayor transparencia en el proceso de adjudicación de proyectos por parte de CONICYT. Con los desaguisados que hemos visto en los últimos tiempos en CHILEDEPORTES y los Programas Generales de Empleo, se están disminuyendo los presupuestos disponibles para asignaciones directas, y tanto los montos comprometidos como los nombres de las empresas y de los beneficiarios finales serán de conocimiento público a través de sitios Internet.

Por tanto, más allá de los dimes y diretes, creo que se va en la dirección correcta, hacia una mayor transparencia, que mas temprano que tarde terminará por acorralar a quienes quieran seguir haciendo de las suyas.

enero 12, 2007

Análisis de los resultados de la prueba de selección universitaria (PSU)

Con la publicación de los resultados de la última prueba PSU, una vez más, vuelven a surgir rankings y comentarios que en vez de agregar información de valor, contribuyen a confundir. Se trata de un tema en el que se debe actuar con suma responsabilidad por estar involucrada la fe pública por lo que la información que se entrega al mercado debe ser completa; en caso contrario se está desinformando en vez de informar y aumentando el grado de asimetría informativa existente en el sector educacional.

Entre los titulares observados se incluyen entre otros, los siguientes: “la brecha entre colegios públicos y privados creció 14 más”; “los establecimientos pagados subieron 12 puntos promedio mientras que liceos públicos bajaron 2 puntos respecto del 2006”; “los jóvenes de de colegios municipales obtuvieron 459 puntos en 2006, en tanto que ahora 457 puntos, mientras los colegios privados suben de 586 a 598 puntos”; “el 60% de los puntajes nacionales viene de establecimientos particular pagados”. Todos estos titulares, así como el de muchos otros, están dando información incompleta, sesgada, con efectos distorsionadores. El efecto subliminal de estos titulares no es otro que el de concluir que los establecimientos particular pagados son de mejor calidad que los municipales, conclusión falsa si se considera la realidad en toda su complejidad.

Oculta los costos bajo los cuales se obtienen los puntajes. Basta preguntarse con qué recursos operan los establecimientos particular pagados y los municipales. Mientras muchos de los primeros trabajan con aranceles por sobre los $ 100,000 mensuales, los establecimientos municipales deben hacerlo con menos de $ 50,000 al mes.

Oculta el nivel socioeconómico de los alumnos en los establecimientos educacionales: los particular pagados matriculan alumnos de los más altos ingresos, en tanto que los municipales deben hacerlo con los de más bajos ingresos.

Lo que indican realmente los resultados PSU y su evolución en el tiempo, es lo fácil que es obtener buenos puntajes PSU con altos aranceles y alumnos que traen consigo un alto capital sociocultural al provenir de familias con altos ingresos. Y lo difícil que es lograr buenos puntajes con alumnos de los sectores más vulnerables y con poca plata.

También se oculta que este año rindieron la prueba más de 30 mil alumnos más que el año pasado y que éstos son alumnos provenientes de las familias más pobres, y por tanto, debiera haberse esperado una baja significativa en el puntaje PSU de alumnos matriculados en establecimientos municipales, lo que no ocurrió. O sea, en estricto rigor, si nos ponemos a cotejar grupos de alumnos pertenecientes a un mismo tramo de ingresos familiares, no podemos encontrar con la sorpresita que los establecimientos municipales son de más alta calidad que los establecimientos particular subvencionados y que los particular pagados. Imagínense cuáles serían los resultados de la PSU si los establecimientos municipales pudiesen trabajar con la cantidad de recursos con que lo hacen los establecimientos particular pagados?