mayo 23, 2006

Elecciones por doquier

Por estas semanas se han estado dando procesos eleccionarios en las más diversas instancias, tanto a nivel nacional como internacional. Lo interesante es que ellas se dan en contextos complejos sin que por ello la institucionalidad se vea amenazada, por más precaria que esta sea.

A nivel internacional, las elecciones de Evo y Michelle marcaron sendos hitos que asombran al mundo entero. En un caso, se trata del primer indígena que accede a la presidencia boliviana; en el otro, donde una mujer asume el mando presidencial, poniendo en jaque la primacía masculina. Hoy, Evo implementa la nacionalización de hidrocarburos, con un sólido respaldo interno, desafiando los intereses económico-financieros internacionales. El tiempo dirá la última palabra respecto de la factibilidad de tal decisión y si ella contribuye a la solución de los graves problemas que aquejan a la república altiplánica.

Ya tuvieron lugar las elecciones presidenciales en Perú, sin que se resolviera en la primera vuelta. Tanto la elección de Evo en Bolivia, como la presencia de Ollanta Humala y Alán García para la segunda vuelta en Perú, deberían llevar a la reflexión respecto de las consecuencias de las políticas económicas llevadas a cabo por sus antecesores, marcadas en lo sustancial por la privatización, la corrupción, y la desvalorización de la función estatal.

Dentro de nuestro país, los más importantes partidos políticos están enfrentando procesos eleccionarios fuertemente competitivos, donde cuesta encontrar las diferencias entre las diferentes candidaturas, más allá de estilos personales o luchas por el poder. En la DC el tema parecía circunscrito, a un gallito entre Soledad y Adolfo, al igual que en el PPD, entre Sergio y Fernando, porque en términos de propuestas no se ven diferencias sustantivas. En el PS la elección era entre algo más que dos personas, porque ellas reflejaron distintas tendencias históricas, visiones de la sociedad y de relacionamiento con el gobierno. Lo mismo observo en la elección que tendrá lugar en RN, donde las posturas de Carlos Larraín y Pedro Sabat están claramente marcadas por el conservadurismo de uno y el liberalismo del segundo. Hasta la fecha, la UDI se ha resistido a entrar en esta dinámica.

Con todas las chispas y cortocircuitos que estos procesos de democratización conllevan en todas las organizaciones en que ellas tienen lugar, sumando y restando, las consecuencias son positivas. En este sentido resulta anacrónico que partidos predicadores de ideales democráticos, hayan tenido tantas dificultades para enfrentar la competencia en su seno, privilegiando la búsqueda de consensos. Lo importante es que una vez concluidas las elecciones, las eventuales heridas se cierren. Mal que mal, estamos todos en un mismo barco, el que todos queremos que llegue a buen puerto.

1 comentario:

  1. Anónimo11:09 a.m.

    Estimado Rodolfo.
    Los procesos eleccionarios son sin duda uno de los puntos más críticos de las democracias que se dicen participativas. Son tan críticos que en ellos podemos vislumbrar, y a veces execrar los vicios más potentes del know how político. Zona de elecciones: Zona de promesas. Como palabras de amor que se ventilan cual bandera, dispuesta a ser arriada cuando la necesidad lo aconseje. Sin embargo esta crucialidad de las elecciones se abona también en su carácter de legitimidad del sistema. Legitimamos acaso un sistema mientras más elecciones tenga. Algunos anuncian: ¡ Hay que elegirlo todo y a todo¡ desde jueces, intendentes, consejeros regionales... destruir los enclaves del antiguo régimen...
    Sin embargo, el aparato estatal vive tiempos de ajuste. Nuevas regiones, nuevos seremis, nuevos administrativos, más tendencia burocratizante. Chile crece como un papel con timbres, firmas y estampillas.
    Las elecciones suelen resultar procesos de quiebre y ajuste. Sismos democráticos los llamaba un compañero de facultad que ahora es diputado, momentos de fragmentación y empalme... sin embargo caído el telón el sistema toma la fluidez que esa participación exige.
    Pareciera ser que las elecciones son el barómetro de los ajustes, fragmntaciones, empalmes y quiebres del Estado como "organización total".
    Veamos por ejemplo, el caso de esta última elección de rector en nuestra Universidad de Chile. Pérez y Riveros, debieron sufrir los estragos de la abstinencia académica.( uno los sufrio más que otro ) Quizá podamos debatir aquí, en tu espacio, el sentido profundo de las elecciones, qué las legitima, y en el caso de las universidades públicas, como marcan ellas los procesos de crecimiento y democratización de nuestros centros- se supone- superiores, del saber.
    Las elecciones son un proceso largo y extenuante que tiene una raíz en la formación de cuadros, padrinos, consiglieris y soldados. ¿ En que bando y/o calidad ubicamos a los elegibles?
    Un abrazo fraterno.

    Antón.

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