septiembre 02, 2005

Nubosidad parcial

A estas alturas del año el panorama electoral se ve despejado a nivel presidencial, no así en el parlamentario. En materia presidencial las cartas parecieran estar echadas, incluso desde la propia oposición. Si bien en política los meses que faltan para las elecciones pueden ser una eternidad, la figura de Michelle tiende a consolidarse y dan cuenta de un país distinto al tradicional. Joaquín en cambio está viviendo el desgaste de quien ya habría tenido su mejor tiempo. En su contra juega una gestión alcaldicia muy controvertida, luego de haber vivido su época de esplendor en Las Condes. Sí, con plata se compran huevos, y en efecto, los recursos de que dispone el municipio de Santiago no son los mismos que tuvo en Las Condes. El resto lo hacen las permanentes rencillas opositoras, incapaces de resolver, y un desempeño del gobierno que está siendo positivamente valorado por la ciudadanía.

Para Joaquín, la vieja ya habría pasado. Su discurso se ha tornado reiterativo, previsible, sin mayores novedades respecto del que tuvo 6 años atrás. La irrupción de Sebastián ha hecho el resto, sembrando el pesimismo en la derecha, en la elección presidencial. El mantenimiento de ambas candidaturas solo se explica porque han renunciado a alguna posibilidad de triunfo, concentrando su opción en las elecciones parlamentarias. La candidatura de Sebastián tiene su razón de ser en la necesidad de sobreviviencia por parte de Renovación Nacional frente a una derecha dura y hegemónica representada por la UDI. A estas alturas, aunque Joaquín quiera bajarse, ya la UDI no puede permitirse que ello ocurra sin que se le desarme un sistema binominal pensado, estructurado e implementado en tiempos dictatoriales y que hasta la fecha no ha podido ser desmontado.

Ante la imposibilidad de conquistar la presidencia de la república, el rol de Joaquín y Sebastián no es otro que el de generalísimos que apuntalen a los candidatos a senadores y diputados de sus respectivos partidos. En este sentido, la estrategia opositora es la que busca asegurarles el mejor resultado posible.

En la Concertación, la relativa tranquilidad que se respira en el ámbito presidencial, por el cómodo liderazgo de Michelle, no se da en materia parlamentaria donde hasta este minuto aún no logran ponerse de acuerdo en la confección de la plantilla, lo que ocurriría solo en la antesala de la fecha límite de inscripción de las candidaturas, el próximo 12 de septiembre. Los partidos, en su intento por llevar cada uno agua a su molino, maximizando sus respectivas posibilidades, están arriesgando las opciones de la Concertación en su conjunto. Existe la posibilidad que se farreen un triunfo histórico en las presidenciales y parlamentarias, por la simultaneidad de ambas elecciones, por la existencia de una derecha desconcertada, un gobierno con sus bonos en alza, y una coyuntura económica favorable. Que ello ocurra no depende de terceros, sino que solo de la propia Concertación. Por ello mi pronóstico a la fecha es de nubosidad parcial.

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